La innovación, los cambios, y los contratiempos convirtieron a estas obras de arena en algunos de los tapices más sorprendentes.

1. La central hidroeléctrica.

En 1934 el alfombrista Norberto Perera se olvidó por primera vez de los dioses. Fue en su primer año como director del magno tapiz en el que realizó una alfombra dedicada a la nueva central hidroeléctrica que se estaba construyendo en La Orotava. Su obra de arena dedicada al progreso industrial fue toda una sorpresa ya que hasta entonces a nadie se le había ocurrido dejar de lado a la divinidad en la gran obra de arte de la plaza del Ayuntamiento villero.

Magno tapiz con la central hidroélectrica como motivo en 1934.

2. Los peces.

Otro olvido a propósito, esta vez el de las tradicionales flores en las cenefas de la alfombra de tierras, protagonizó la innovación en la obra de 1996. Ese año, un total de 46 peces, todos distintos, cubrieron la composición de tierra del corazón de La Orotava en una cenefa azul en honor al mar. Sería la primera vez que a la composición floral le salía un bonito y sorprendente «competidor».

Cenefa de peces y de flores de la alfombra de 1996.

3. El arte abstracto.

Atrevida. Así se puede definir a la alfombra de 1999. Ese Corpus Christi, el tapiz que embelleció la adoquinada plaza de La Orotava quiso demostrar que el arte efímero iba a seguir evolucionando. Y es que la confección de arena incluyó una obra abstracta, una representación de Dios con líneas y formas geométricas que no dejó indiferente a los asistentes. Nadie lo había hecho antes.

Representación abstracta de Dios en el tapiz de 1999.

4. Sin palmeras.

En 2017 la sorpresa vino dada por la enfermedad de las palmeras de la plaza villera. Ese año ya solo quedaba sana una y las tuvieron que retirar. Fue el primer magno tapiz sin la sombra de las históricas palmeras de la Villa y el primer año en que se empezaron a usar las carpas para resguardar la obra de arena.

Magno tapiz de 2017 sin la sombra de las históricas palmeras.